EL MILAGRO DEL PENSAMIENTO


EL MILAGRO DEL PENSAMIENTO
Esta semana seguí reflexionando lo anotado en el mensaje anterior sobre hábitos de pensar, sentir y reaccionar.  La pregunta que me hice fue: ¿qué hacer para acabar con los malos hábitos en esos territorios.  Al final caí nuevamente en el milagro del pensamiento, que es el título de un libro que espero escribir en el futuro. 
Las palabras con que nos comunicamos determinan la calidad de nuestra vida, fundamentalmente en los constantes soliloquios que sostenemos.  Ciertas palabras nos generan emociones (positivas o negativas) y disparan acciones posteriores congruentes con esas palabras.  Palabras que tienen el poder para inducirnos risa, tristeza, alegría, entusiasmo, depresión, gusto, miedo, enojo...  Nos impulsan o nos frenan.  El diálogo interior afecta y cambia nuestros estados de ánimo. Las palabras tienen un poder del que los menos tienen idea sobre su extraordinario alcance.
Ejemplos simples: si caminamos y nos hablamos lentamente, medio bostezando, empezaremos a sentir falta de energía y hasta somnolencia.  Si caminamos bien erguidos, pisando con fuerza y nos hablamos (sin abrir la boca) con voz fuerte y entusiasta, nos llenamos de energía.  Vale la pena hacer estos experimentos.
Adicionalmente, el tono de voz, el movimiento de los músculos faciales y la postura corporal, son críticos en la comunicación con uno mismo.  Hasta la misma vista influye.  Si estamos mirando mucho del tiempo hacia abajo y con ceño de preocupación o adusto es prácticamente imposible estar rebozando entusiasmo.  En cambio, si miramos hacia el frente y sonreímos expresivamente, es muy difícil sentirnos deprimidos.  ¡Compruébenlo!
 
Por estas razones, las afirmaciones, tan recomendadas por múltiples fuentes, se hacen muy poderosas cuando, al expresarlas, agregamos: emoción intensa, visualización, la sensación de que lo que afirmamos ya es realidad y disfrutamos su resultado EN ESE MISMO INSTANTE.  Las afirmaciones por sí solas, sin agregarles emoción, visualización y sobre todo sin sentir ahora el resultado de lo que afirmamos, prácticamente no sirven para nada.
Las palabras, que siempre son precedidas por pensamientos, tienen un poder excepcional para cambiar nuestras vidas – para bien y para mal.  Por eso William James escribió: “el descubrimiento más importante de nuestro tiempo es que podemos cambiar la calidad de nuestra vida cambiando la calidad de nuestros pensamientos”.  Muchos siglos antes Buda dijo: “Todo lo que somos surge de nuestros pensamientos”.  Asimismo, no puede evitar mencionar el proverbio 23.7 de la Biblia al que tanto me refiero: Como piensas en tu alma así eres”.
Profundizar en estas grandes verdades puede ayudarnos a descubrir el enorme poder que tenemos con nuestros pensamientos / palabras, aunque el beneficio sólo lo vemos al practicar la valiosas.  De ahí que la vida sea una elección permanente entre lo más fácil y lo que debe ser, lo correcto.
No necesitamos ayuda de nadie para cambiar nuestros pensamientos... aunque “encontrar la ayuda de uno mismo” requeriría – en muchos casos – la lámpara de Diógenes (Diógenes en una ocasión caminaba diciendo: «Busco a un hombre.» «La ciudad está llena de hombres», le dijeron. A lo que él respondió: «Busco a un hombre de verdad, uno que viva por sí mismo, no un indiferenciado miembro del rebaño.»). 
Es posible cambiar nuestros pensamientos de inmediato, siempre y cuando lo decidamos con absoluta firmeza.  Sabemos que muchos pensamientos surgen “por su lado”, porque así es como trabaja la mente, del mismo modo que los latidos del corazón ocurren sin que los controlemos.  Aunque requiere tiempo y disciplina, se pueden controlar los pensamientos que “lanza” la mente.  Independientemente de lograr o no esto último, siempre podemos controlar los pensamientos conscientes que insertamos al torrente de pensamientos. 
Investigando el tema encontré un artículo excelente sobre el potencial de sustituir palabras.  El ejemplo valioso de este cambio de palabras “brinca” de esta secuencia:
Ø  “Tengo que ir al dentista”
Ø  “Planeo ir al dentista”
Ø  “Decido ir al dentista”
Ø  “Aprecio los beneficios de ir al dentista”
El procedimiento es ir substituyendo una palabra: tengo, planeo, decido, aprecio.  Cada palabra tiene una carga emocional diferente.  Va de rechazo (tengo) a gusto (aprecio). 
El procedimiento puede adaptarse a cualquier cosa: ejercitarnos, bajar de peso, estudiar, hablar en público.  (Yo elegí la regadera de presión de agua helada). Conviene elegir emociones / sensaciones / reacciones repetitivas negativas o limitadoras en nuestra vida diaria y concretarlas en una frase.  La frase negativa debe repetirse en silencio unas cuanta veces para sentir la experiencia emocional y corporal que nos produce. 
Después de hacer lo anterior, hay que convertir la frase en positiva o impulsadora sobre el mismo tema.  Por ejemplo, “disfruto muchísimo la regadera de presión” (llevo dos años de hacerlo y todavía no me deleita. A últimas fechas decidí no pensar y  simplemente colocarme bajo ella, pues el “sufrimiento” venía de pensar en hacerlo).
Sugerencia: identifiquemos todas las emociones repetitivas negativas que nos afectan, que nos han venido limitando y pongamos en acción la idea de frases positivas arriba comentada (trabajando una emoción a la vez).  No tenemos nada que perder y sí una gran posibilidad para avanzar en el camino de la superación personal... para hacer lo correcto.

Por Manuel Rodríguez Salazar

Uruapan Michoacan Mexico

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